"La pájara del escritor" por Nacho Fernández
El otro día leí en el blog Diario de Cosas (http://diariodecosas.blogia.com/2006/081501-fed-up.php) una afirmación que me pareció certera y quizás planteada en sus justos términos. El post o comentario del autor/ra se refería al complejo y freudiano mundo literario.
Entresaco texto:
"Hace muchos años, cuando era más joven y escribía, estaba rodeada de amigos escritores, aunque poco hubiesen escrito. Sentía placer al comentar un libro, al recibir consejos, al observar a la gente dar rienda suelta a su extravagancia, salir de bares y embriagarnos, contarnos historias sobre unos y otros y repetir todo eso al día siguiente.
Lo mismo se reprodujo en Madrid, pero con gente ya mayor, cuyos intereses y necesidades eran más reales. A pesar del infinito placer, de las risas y de los estupendos encuentros, tengo la sensación de haber encontrado sólo gente profundamente insatisfecha, como yo misma. Un espejo algo triste, donde más allá de la buena onda que todos intentamos destilar, hay mucha frustración, hay mucho ego, hay mucha intolerancia.
Me envían la carta de un poeta -uno de esos patéticos mailings de algún ignorante que cree poseer la verdad-, que lleno de odio, o más bien de celos, intenta denigrar a un colega suyo. Y tengo una sensación de hartazgo. La literatura no es el terreno para dar libre albedrío a la miseria íntima. A no ser que a partir de ello, uno produzca algo. La literatura no es un ring para los arreglos de cuentas, no es una piscina donde para no ahogarse uno tiene que hundir la cabeza de quien nada al lado."
Hay algo de esto en el mundo literario aunque estoy seguro que también en todas las profesiones y en todas las actividades artísticas ocurre lo mismo.
Este año 2006 ha sido abundante en abandonos. Hablo de un puñado de amigos, conocidos míos escritores o que han publicado que han decidido abandonar la literatura. Se han despedido por correo y otros no han dado explicaciones, sencillamente ya no estaban en el mundo de los autores. Unos argumentan cansancio, otros desinteres, otros ya no creen en lo que hacen, otros saturación...cada uno ha tomado el acceso de salida que más confirmaba su hartazgo en la literatura.
Quizás la vida literaria es más dura de lo que parece. Cada autor cree tener una obra maestra en el disco duro del ordenador y cuando busca dar a conocer su creación se encuentra con muchos fenómenos extraliterarios que no contemplaba o desconocía. Parte del cansancio de los escritores es llegar a vivir esta situación en primera persona y renunciar a seguir con su obra creativa como postura ética ante lo que consideran un desajuste entre el mercado y la cultura.
Una buena amiga hace menos de una semana me dijo que había dejado definitivamente de escribir. Qué no le interesaba, que no tenia nada que decir, que se retiraba. El estrés y la tensión de la literatura le habían conducido a un estado de ansiedad tal que cayó enferma.
Su sistema nervioso y su estado físico le dijeron basta. Todo eso estalló provocando una caída en picado hacía el deterioro físico y mental.
Ahora, recuperada, animada, activa y en buena forma reflexiona sobre su paso por las letras. Su balance personal es que no le ha compensado escribir cada semana una columna en un periódico o ganar un premio. El esfuerzo y el desgaste personal ha sido superior a todo lo que podía imaginar cuando entró en este circuito.
Otros autores también tiraron la toalla para dedicarse a otras cosas o al menos que escribir no fuera el centro de su vida para poder compatibilizar vida y creación. Han vuelto.
Todo autor tiene ese momento cuando le llega la "pájara" y decide bajar de la bicicleta.
Quizás los escritores no sufran por escribir, cada vez se sufre más por publicar. Pero esto, esto es otro capitulo distinto.
2 comentarios
leo zelada -
La literatura y la poesìa es el gremio mas duro,ingrato e implacable que hay.
Pero en la literatura he encontrado gente noble y pura.De estos extremos tambièn esta hecha la vida.
Buena reflexiòn.
Marina -
Aunque yo, por ahora, no me rindo. Creo que hay veces en las que la Literatura, hacer Literatura, consigue exactamente lo contrario de lo que afirmáis y nos permite salvarnos.
Un abrazo.
Marina