"Joaquín Leguina Panella" por Nacho Fernández
El escritor y político español Joaquín Leguina publicó en el diario El País el pasado 18 de agosto un articulo que lleva por título " Fumadores, gordos y otros proscritos ".
El autor valiéndose de figuras cinematográficas apoya en su texto la intromisión del estado en la vida de los individuos. Le he puesto el segundo apellido al señor Leguina del politico italiano Marco Panella, porqué entronca con la tradición -en este caso italiana- de los antiprohibicionistas.
Joaquín Leguina escribe sobre los límites del estado y su tutela en los individuos. Si no supiéramos que el escritor es diputado por el partido socialistas podríamos tener alguna sospecha de su verdadera ideología.
Quizás el estado no se creó o quizás no haga falta para algunas cosas - liberales fuimos - pero no esta de más que nos oriente sobre hábitos de vida y consumo saludables.
Eso si, luego que cada uno después haga con su capa un sayo http://usuarios.lycos.es/caselmolino/verbal_h.htm . O directamente ni se ponga capa.
Aquí os dejo el texto del enlace, pero antes lo más sobresaliente a mi juicio de la toma de posición del autor."Que los Gobiernos retornen -como en el medievo- a los discursos morales (de mor moris, costumbre) teniendo detrás el consiguiente aparato represor resulta, a mi juicio, tan amenazador como retrógrado. En el fondo, aparte de las multas y de la cárcel, propias de todo Estado, está la moralina que uno imaginaba propiedad de iglesias varias y otras ONG. Iglesias y ONG que, en mi inocencia, creía administradoras en exclusividad de todas las miserias de este mundo (hambre, desgracias, lujuria, etcétera), pero ahora los diversos ministerios se meten en esas camisas de once varas con la pretensión -también ellos- de que nos portemos bien (que usemos condones, que comamos poco y ateniéndonos a la dieta mediterránea, que hagamos ejercicio diariamente, que seamos abstemios respecto al alcohol y a la droga, que dejemos el tabaco, que no cojamos el coche...), lo cual no deja de ser una competencia desleal para con curas y oenegeros de toda laya.
¿Qué derecho tiene el Estado a exigirnos que seamos sanos y felices? Yo creo que ninguno. Claro que en España, al paso que vamos, con todas las competencias traspasadas a las naciones, nacionalidades, realidades nacionales, califatos y regiones varias, ¿qué trigo para repartir va a quedar en los ministerios? Pues si no tienen trigo, me temo que se dedicarán a predicar..."
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