Blogia
ListA de NaCHo

"El Quijote" de Chávez por Silvia Hopenhayn

"El Quijote" de Chávez por Silvia Hopenhayn "El Quijote" de Chávez por Silvia Hopenhayn
Publicado en el periodico LA NACION de Buenos Aires - Argentina

El prólogo es a un buen libro lo que un primer plato debería ser al principal. Una preparación degustativa, que en sí misma no está exenta de sabor. No debe clausurar nuestro apetito con una elocuencia excesiva. Tampoco dictaminar una sola forma del deleite, ni conformarnos como una entrada desabrida.

El prologador es un lector privilegiado. Anduvo conviviendo con el texto para desentrañar sus esencias literarias. Si aceptó el cargo es porque su afinidad con el autor le permitía, a su vez, escribir sobre lo leído con rigor y devoción.

Pero, sin duda, corría sus riesgos. El principal es el de distanciarse del texto original para adjudicarle un sentido. Claro que esta distancia no es inocente ni unívoca.

Y, finalmente, el que prologa condiciona el apetito del lector. Quizá por eso el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se quedó atascado con el prólogo de Mario Vargas Llosa a la edición conmemorativa de "Don Quijote de la Mancha" y reclamó su parte.

La siguiente anécdota, poco conocida, me la sopló el propio Jesús Polanco, presidente del grupo Prisa, responsable final de esta magnífica edición de más de un millón de ejemplares, a un precio sumamente accesible, lo que facilitó su distribución en toda la América hispana.

Así fue como un día don Jesús recibió la llamada del presidente Chávez reclamando su "Quijote", pero libre del prologador peruano. "Le compro un millón de ejemplares, pero con la condición de que el prólogo no lo escriba Vargas Llosa", le dijo.

Los negocios a veces son más sencillos cuando la demanda es valedera y el dinero, contante. Fueron pocos los minutos que necesitó don Jesús, y sus editores de Santillana no dejaron de darle motivación para su hallazgo. Un llamado a José Saramago, y todo solucionado.

De ese modo, con un prólogo de Saramago partieron rumbo a Venezuela las hazañas del "más casto enamorado y valiente caballero", Don Quijote de la Mancha, con doble propósito: distribuir gratuitamente a los estudiantes este clásico genial e ingobernable (en una versión más acotada) y, al mismo tiempo, desautorizar a su prologador original, omitido en esta publicación.

Esta pequeña ofensa que culmina con buen final (el acceso de jóvenes estudiantes al libro) alimenta aún más la mofa (subrepticia) que realiza el propio Cervantes a la tarea del prologador.

No olvidemos que él mismo confecciona un prólogo a "Don Quijote", verdadero trampolín para zambullirse de lleno en la literatura. Allí inventa a un amigo que lo consuela frente a su aparente falacia intelectual. Ante él se lamenta: ¿cómo va a tener su obra un "prólogo sin anotaciones, falto de erudición y doctrina, sin acotaciones al margen ni anotaciones al fin?". A lo cual su amigo, tan necesario como ficticio, le responde: "No andéis mendigando sentencias de filósofos, consejos de la Divina Escritura, fábulas de poetas, oraciones de retóricos?", y lo insta a inventarlo todo.

Este empuje da cuenta de la libertad que requiere un clásico para perdurar como tal. Y de cómo un prólogo es a veces un mero ajuste de cuentas con el tiempo.

0 comentarios