Literaturas.com CINCO años en la red por Nacho Fernandez
Literaturas.com nació a principios del año 2000, con la intención de mostrar el panorama literario de autores y obras del siglo XX y XXI, tanto de escritores españoles como latinoamericanos. Ese era nuestro objetivo. Después de estos años, el material que han generado estas simples dos líneas es muy abundante; afortunadamente, vivimos un momento de esplendor literario muy esperanzador. El idioma ha ido ganando lectores, las ideas, los materiales novelados, los autores y la industria editorial, junto a todos aquellos soportes nuevos que la mantienen, son un excelente reflejo del buen momento que vivimos. No soy conformista, creo que aún van a nacer nuevas iniciativas editoriales muy atractivas; nuevas revistas y nuevas hazañas literarias están por llegar.
Después de cuatro años editando la revista en Internet uno se pregunta varias cosas, entre ellas, ¿estaremos haciendo una publicación electrónica de calidad?, ¿estaremos siendo fieles a nuestro objetivo de informar y verter opiniones valiosas para los lectores?, ¿realmente nuestro soporte es útil para entender las relaciones de la literatura y su entorno en este nuevo siglo?
En los últimos tiempos, con la concentración de medios, parecía que el corralito editorial iba a quedarse en un páramo. Es cierto que tres grandes grupos editoriales y mediáticos están copando gran parte del mercado editorial, y que la compra de empresas editoras y de información crea un complejo entramado de intereses, de acuerdos y de intercambios antes no imaginables; el deseo de posicionarse ante el futuro digital está trayendo igualmente de cabeza a muchas de las compañías, que invierten tiempo y dinero en su presencia a todos los niveles. Pero también es cierto que, en muchas ocasiones, pequeñas editoriales con imaginación y trabajo rasgan el suelo editorial a potentes grupos de comunicación. El fenómeno no es nuevo. Existe una abultada legión de militantes de las letras que busca cada vez más la diversidad informativa y la otra literatura, no la de masas; así, nos encontramos con indieditoriales que quitan el sol a las grandes industrias del libro en cadena. La particularidad, la individualidad, la privacidad de elección está provocando un nuevo lector, podríamos decir que transgénico, en el momento en que es muy disperso en sus gustos de lectura, ambiguo en sus canales de información y receptivo aunque el producto no le llegue por los conductos convencionales. Estamos hablando del lector informado en las nuevas tecnologías. Aquí llegamos nosotros.
Apenas 5 años en este medio es como tener ya una larga historia. Nuestra particular orientación de la revista nos llevó a plantearnos un producto de calidad, ameno, diferenciado y gratuito. Como ocurre con otras revistas literarias pioneras en la Red, gozamos de una mala salud de hierro. La imposibilidad de articular equipos profesionales por falta de efectivos, la deficiente presencia y apoyo institucional y privado a nuestras publicaciones, la nula credibilidad publicitaria que despertamos por más visitas que justifiquemos y una incapacidad de los grandes medios para conectar con el publico de la Red, dan un panorama muy desalentador de lo que está ocurriendo. Las grandes firmas pueden crear sitios millonarios en Internet; si no funcionan acaban eliminándolos en menos de un año, quedando todo en un experimento tecnológico fantástico, realizado con mucho dinero, al uso de la vieja economía. Los pequeños, los no nacidos en la abundancia, liquidamos nuestros compromisos con la amistad, la sinceridad y ese punto de romanticismo que todavía une a los autores y a los editores, como en otros olvidados tiempos.
Seguimos igual que cuando empezaron los primeros fanzines, las primeras radios libres, los primeros comics autoeditados, las revistas hechas desde el instituto o la universidad con la ilusión de quedar para siempre. Nada ha cambiado, solo el medio. Seguimos igual, sin apoyo de la administración, por un trabajo que realizamos en beneficio de la cultura y la lengua de nuestro país; sin apoyo de las editoriales -al fin al cabo somos un soporte tan solvente e incluso mucho más leído que las revistas de papel especializadas en donde invierten su dinero-; sin publicidad de establecimientos especializados, sin tan siquiera un acercamiento de los planificadores de medios de las agencias publicitarias, que son los que mueven los soportes más interesantes para sus clientes. Estamos destinados a una gestión clandestina por no ser rentables, a una lampancia endémica para este tipo de publicaciones en nuestro país, al afán de los creadores inquietos, abocados a un voluntarismo mágico que acaba disolviéndose por falta de proyectos profesionales y expectativas interesantes a medio plazo.
También las revistas digitales somos una fuente de consulta e información, generadores de una nueva economía a pequeña escala que muy pronto saldrá a flote. El fracaso de las puntocom en los 90 no es la muerte de todas las webs; muchas nos mantenemos modestamente, con métodos de supervivencia limitados. Reconozco que la Red fue creada en el ámbito universitario y que su animo nunca ha sido comercial, por lo tanto no podemos pedir a un medio que nació libre y gratuito que se convierta de la noche a la mañana en un todo a cien, pero admitamos que algo de bazar y zoco tiene la Red, por lo tanto es posible que convivan dos sistemas: el académico, por el que fue creado, y el de escaparate, para el que se está preparando. Desgraciadamente, las revistas vivimos entre estos dos finísimos hilos y la adaptación es compleja. Entendamos ambos argumentos para la supervivencia.
Todo esto no es una crítica al sistema, sino a nuestro modelo de sociedad poco concienciado en las nuevas tecnologías, a los gobiernos que no impulsan proyectos adecuados con nuestro entorno para subirnos a un nuevo tren que estamos perdiendo, el de la tecnología y sus posibilidades. Nuestro país vuelve a estar en la cola en inversiones tecnológicas, en aplicaciones educativas, en penetración hogar en el uso doméstico del ordenador, dejando al mercado que fluctúe sin la mayor consideración , no aplicando acuerdos con los distribuidores de líneas de alta velocidad, poniendo en manos de gestores hambrientos una tecnología y una oportunidad de conocimiento y desarrollo de la propia sociedad. Bajo el techo del libre mercado, se esconden intereses especulativos de un alto calado, que terminarán en una conquista del ámbito Red por parte de las multinacionales; en pocos años quizás acabaremos lamentando el no haber hecho un esfuerzo mayor hoy para estar en mejores condiciones mañana. En este punto es preciso un compromiso del Estado con sus ciudadanos, con la sociedad civil más inquieta y prometedora; las inversiones sólo en imagen, los planes pactados y la falsa apariencia de que algo estamos haciendo nos llega como una oleada de información imprecisa, insuficiente y sesgada. Tenemos el derecho a reclamar nuevos y mejores servicios, más capacidad de actuación, más libertad y más tecnología a favor de un concepto democrático de su uso. Es el tiempo de unir esfuerzos y convicciones, de expresar lo que sentimos, de reivindicar nuestro trabajo.
Desde la Asociación de Revistas Digitales de España (ARDE) ARDE de la que forma parte Literaturas.com, se quiere dar un paso más en ese sentido. Nuestro objetivo es apoyarnos para gestionar y tener una voz con la que expresar nuestra inquietud. No queremos hacer negocio, no queremos ser relevo de nuevos grupos de presión, sólo pedimos que el trabajo que hacemos por nuestra lengua y nuestra cultura sea reconocido y se articulen formas de colaboración para llevar a cabo espacios de calidad en la Red. Las miles de paginas web que había hace no mucho se van reduciendo, cada día más, a una lenta agonía de sitios cerrados o no actualizados; la nueva Ley de la Sociedad de la Información me parece correcta siempre que vele por la defensa de los consumidores en el espacio Red , no si actúa como un freno a la libertad de expresión y favorece el control de canales de comunicación no afectos a la doctrina oficial de los mercados de la información. Los supervivientes de esta marea negra podemos hurgar entre los espacios aún naturales.
Si no ponemos medidas a tiempo, todos estos proyectos individuales o asociados se verán abocados a una lenta agonía, donde el resultado final será nuestra desaparición. Los lugares privados e iniciativas de este tipo que conozco están sobreviviendo, mal viviendo, apenas con dos o tres personas detrás, arrastrando cada numero de su publicación con un esfuerzo sobrehumano. Queremos y expresamos nuestro deseo de tener las mismas oportunidades que otros medios, para ello pedimos a las administraciones y a las empresas un respeto por nuestro trabajo, una consideración para nuestro espacio y un apoyo real. No estamos pidiendo nada de lo que no seamos merecedores; como los demás soportes, pedimos dignificar una labor que, si no es tenida en cuenta ahora, todos, lectores, poderes públicos e innovadores, acabaremos lamentando.
5 años de fijación de posturas y compromisos literarios, de apuestas y de riesgos. Queremos quedarnos para seguir ofreciendo nuestro punto de vista, para seguir suscitando interés, para diversificar la opinión, para la creación de riqueza cultural. Queremos seguir hacia delante, y si en algún momento hundimos la cabeza no es por falta de interés, ni de animo, es que estamos tomando aire puro desde lo más profundo, desde el interior. Queridos lectores, desde Literaturas.com seguiremos contribuyendo para que el tejido literario sea amplio, distinto y diverso. Gracias por vuestro encuentro, por ese generoso lugar común que nos andamos dando. CINCO.
Nacho Fernández
Director-editor Literaturas.com
nachofernandez@literaturas.com
Después de cuatro años editando la revista en Internet uno se pregunta varias cosas, entre ellas, ¿estaremos haciendo una publicación electrónica de calidad?, ¿estaremos siendo fieles a nuestro objetivo de informar y verter opiniones valiosas para los lectores?, ¿realmente nuestro soporte es útil para entender las relaciones de la literatura y su entorno en este nuevo siglo?
En los últimos tiempos, con la concentración de medios, parecía que el corralito editorial iba a quedarse en un páramo. Es cierto que tres grandes grupos editoriales y mediáticos están copando gran parte del mercado editorial, y que la compra de empresas editoras y de información crea un complejo entramado de intereses, de acuerdos y de intercambios antes no imaginables; el deseo de posicionarse ante el futuro digital está trayendo igualmente de cabeza a muchas de las compañías, que invierten tiempo y dinero en su presencia a todos los niveles. Pero también es cierto que, en muchas ocasiones, pequeñas editoriales con imaginación y trabajo rasgan el suelo editorial a potentes grupos de comunicación. El fenómeno no es nuevo. Existe una abultada legión de militantes de las letras que busca cada vez más la diversidad informativa y la otra literatura, no la de masas; así, nos encontramos con indieditoriales que quitan el sol a las grandes industrias del libro en cadena. La particularidad, la individualidad, la privacidad de elección está provocando un nuevo lector, podríamos decir que transgénico, en el momento en que es muy disperso en sus gustos de lectura, ambiguo en sus canales de información y receptivo aunque el producto no le llegue por los conductos convencionales. Estamos hablando del lector informado en las nuevas tecnologías. Aquí llegamos nosotros.
Apenas 5 años en este medio es como tener ya una larga historia. Nuestra particular orientación de la revista nos llevó a plantearnos un producto de calidad, ameno, diferenciado y gratuito. Como ocurre con otras revistas literarias pioneras en la Red, gozamos de una mala salud de hierro. La imposibilidad de articular equipos profesionales por falta de efectivos, la deficiente presencia y apoyo institucional y privado a nuestras publicaciones, la nula credibilidad publicitaria que despertamos por más visitas que justifiquemos y una incapacidad de los grandes medios para conectar con el publico de la Red, dan un panorama muy desalentador de lo que está ocurriendo. Las grandes firmas pueden crear sitios millonarios en Internet; si no funcionan acaban eliminándolos en menos de un año, quedando todo en un experimento tecnológico fantástico, realizado con mucho dinero, al uso de la vieja economía. Los pequeños, los no nacidos en la abundancia, liquidamos nuestros compromisos con la amistad, la sinceridad y ese punto de romanticismo que todavía une a los autores y a los editores, como en otros olvidados tiempos.
Seguimos igual que cuando empezaron los primeros fanzines, las primeras radios libres, los primeros comics autoeditados, las revistas hechas desde el instituto o la universidad con la ilusión de quedar para siempre. Nada ha cambiado, solo el medio. Seguimos igual, sin apoyo de la administración, por un trabajo que realizamos en beneficio de la cultura y la lengua de nuestro país; sin apoyo de las editoriales -al fin al cabo somos un soporte tan solvente e incluso mucho más leído que las revistas de papel especializadas en donde invierten su dinero-; sin publicidad de establecimientos especializados, sin tan siquiera un acercamiento de los planificadores de medios de las agencias publicitarias, que son los que mueven los soportes más interesantes para sus clientes. Estamos destinados a una gestión clandestina por no ser rentables, a una lampancia endémica para este tipo de publicaciones en nuestro país, al afán de los creadores inquietos, abocados a un voluntarismo mágico que acaba disolviéndose por falta de proyectos profesionales y expectativas interesantes a medio plazo.
También las revistas digitales somos una fuente de consulta e información, generadores de una nueva economía a pequeña escala que muy pronto saldrá a flote. El fracaso de las puntocom en los 90 no es la muerte de todas las webs; muchas nos mantenemos modestamente, con métodos de supervivencia limitados. Reconozco que la Red fue creada en el ámbito universitario y que su animo nunca ha sido comercial, por lo tanto no podemos pedir a un medio que nació libre y gratuito que se convierta de la noche a la mañana en un todo a cien, pero admitamos que algo de bazar y zoco tiene la Red, por lo tanto es posible que convivan dos sistemas: el académico, por el que fue creado, y el de escaparate, para el que se está preparando. Desgraciadamente, las revistas vivimos entre estos dos finísimos hilos y la adaptación es compleja. Entendamos ambos argumentos para la supervivencia.
Todo esto no es una crítica al sistema, sino a nuestro modelo de sociedad poco concienciado en las nuevas tecnologías, a los gobiernos que no impulsan proyectos adecuados con nuestro entorno para subirnos a un nuevo tren que estamos perdiendo, el de la tecnología y sus posibilidades. Nuestro país vuelve a estar en la cola en inversiones tecnológicas, en aplicaciones educativas, en penetración hogar en el uso doméstico del ordenador, dejando al mercado que fluctúe sin la mayor consideración , no aplicando acuerdos con los distribuidores de líneas de alta velocidad, poniendo en manos de gestores hambrientos una tecnología y una oportunidad de conocimiento y desarrollo de la propia sociedad. Bajo el techo del libre mercado, se esconden intereses especulativos de un alto calado, que terminarán en una conquista del ámbito Red por parte de las multinacionales; en pocos años quizás acabaremos lamentando el no haber hecho un esfuerzo mayor hoy para estar en mejores condiciones mañana. En este punto es preciso un compromiso del Estado con sus ciudadanos, con la sociedad civil más inquieta y prometedora; las inversiones sólo en imagen, los planes pactados y la falsa apariencia de que algo estamos haciendo nos llega como una oleada de información imprecisa, insuficiente y sesgada. Tenemos el derecho a reclamar nuevos y mejores servicios, más capacidad de actuación, más libertad y más tecnología a favor de un concepto democrático de su uso. Es el tiempo de unir esfuerzos y convicciones, de expresar lo que sentimos, de reivindicar nuestro trabajo.
Desde la Asociación de Revistas Digitales de España (ARDE) ARDE de la que forma parte Literaturas.com, se quiere dar un paso más en ese sentido. Nuestro objetivo es apoyarnos para gestionar y tener una voz con la que expresar nuestra inquietud. No queremos hacer negocio, no queremos ser relevo de nuevos grupos de presión, sólo pedimos que el trabajo que hacemos por nuestra lengua y nuestra cultura sea reconocido y se articulen formas de colaboración para llevar a cabo espacios de calidad en la Red. Las miles de paginas web que había hace no mucho se van reduciendo, cada día más, a una lenta agonía de sitios cerrados o no actualizados; la nueva Ley de la Sociedad de la Información me parece correcta siempre que vele por la defensa de los consumidores en el espacio Red , no si actúa como un freno a la libertad de expresión y favorece el control de canales de comunicación no afectos a la doctrina oficial de los mercados de la información. Los supervivientes de esta marea negra podemos hurgar entre los espacios aún naturales.
Si no ponemos medidas a tiempo, todos estos proyectos individuales o asociados se verán abocados a una lenta agonía, donde el resultado final será nuestra desaparición. Los lugares privados e iniciativas de este tipo que conozco están sobreviviendo, mal viviendo, apenas con dos o tres personas detrás, arrastrando cada numero de su publicación con un esfuerzo sobrehumano. Queremos y expresamos nuestro deseo de tener las mismas oportunidades que otros medios, para ello pedimos a las administraciones y a las empresas un respeto por nuestro trabajo, una consideración para nuestro espacio y un apoyo real. No estamos pidiendo nada de lo que no seamos merecedores; como los demás soportes, pedimos dignificar una labor que, si no es tenida en cuenta ahora, todos, lectores, poderes públicos e innovadores, acabaremos lamentando.
5 años de fijación de posturas y compromisos literarios, de apuestas y de riesgos. Queremos quedarnos para seguir ofreciendo nuestro punto de vista, para seguir suscitando interés, para diversificar la opinión, para la creación de riqueza cultural. Queremos seguir hacia delante, y si en algún momento hundimos la cabeza no es por falta de interés, ni de animo, es que estamos tomando aire puro desde lo más profundo, desde el interior. Queridos lectores, desde Literaturas.com seguiremos contribuyendo para que el tejido literario sea amplio, distinto y diverso. Gracias por vuestro encuentro, por ese generoso lugar común que nos andamos dando. CINCO.
Nacho Fernández
Director-editor Literaturas.com
nachofernandez@literaturas.com
2 comentarios
Anónimo -
raflan -
y que sean 100 más!!