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MacBeth En MaDriD pOr NaCHo

MacBeth En MaDriD pOr NaCHo La compañía española Teatro del Olivar pone en escena la versión de Maria Ruiz "Macbeth" de Shakespeare. Como protagonista principal un viejo conocido del publico madrileño Eusebio Poncela ,actor fectiche de Almodóvar al principio de sus carrera y presente en el pase del viernes 27 sentado en una butaca de 17 euros. Cuatro días consecutivos en escena, más que suficientes para la infectada ciudad en verano. La obra ha rodado por España y llega a los Veranos de la Villa en la ultima semana de agosto. Para empezar quizás el recinto no es el más adecuado para su ejecución. La estancia, en un trozo de antigua muralla árabe del Madrid de los Austria con el fondo de la deconstruida, sintética, fría y horrible catedral de la Almudena. La obra como la catedral es un remate de pocas sensaciones vitales. Los actores van y viene perdidos en un escenario minimalista que en ocasiones recuerda a espacios Zen, por su luz, su juego de cristales desplazables. El lugar para la representación con placas de acero en el suelo y con una pendiente de 45 grados no es el sitio más cómodo para interpretar alguna obra, más bien es un destroza tobillos. Esta bien vaciar los espacios, pero encima torturar a los actores recitando el texto siempre en una mini rampa parece de sádicos. Poncela esta caído casi siempre y no me extraña, la directora ha querido recurrir a un Macbeth cuesta abajo, arrepentido y zascandil, el actor casi nunca anda erguido es un homo sapiens con bellas palabras en su boca. Falla la acción, aunque haya efectos visuales e imágenes para describirnos que ocurre dentro de la cabeza de Macbeth en los momentos de arrepentimiento, tortura y enajenación. Imágenes para la indiferencia. El actor en ocasiones recita el texto, no lo experimenta, no vemos transiciones de un estado a otro, es una tabla de surf encima de muchas olas, se limita a estar encima de cada una de ellas, simplemente porque va mal dirigido. Este Shakespeare no nos acerca, nos aleja de los clásicos quizás porque una hora y cuarenta minutos es poco tiempo para explicar bien todo lo que el personaje lleva dentro. La dictadura del metraje cinematográfico. La puesta en escena hubiera tenido que ser en un teatro cerrado -no al aire libre como este- donde la intensidad, la presión ambiental, el silencio y la ausencia de objetos extrateatrales hubieran concitado al publico para una visión más concentrada. No percibíamos las tierras frías de Escocia, no percibíamos el trayecto desde la traición a la locura, no percibíamos el símbolo del liderazgo que representa Macbeth…casi no vimos nada. Lástima. Lo mejor de la noche: las manos de Eva.
Por Nacho

“Hay un dicho en inglés: “Nunca se puede interpretar mal a Shakespeare”. Se supone que la fuerza de la acción y la emoción de textos prodigiosos superan cualquier error de adaptación, de interpretación o decorado. Esta acuchillada versión, esta gritada, enfurecida manera de contar Macbeth, estas destempladas proyecciones, esa velocidad en la que sólo haber visto y leído tantas veces la obra permite sospechar de qué va la cosa, podrían considerarse una manera de interpretar mal, hasta notablemente mal a Shakespeare. Pronto y mal” Eduardo Haro Tecglen critico de teatro diario español EL PAIS – 28 agosto 2004

"En esa línea está el Macbeth de Eusebio Poncela, que concentra su talento en una interpretación forzada, jadeante, atropellada en bastantes ocasiones, tanto en voz como en gesto, sin matices, como arrebatado por el fulgor tenebroso de la criatura a la que presta su cuerpo".Juan Ignacio García Garzón critico de teatro diario español ABC 29 agosto 2004

"La Muralla Árabe, un recinto al aire libre, no es el lugar apropiado para esta obra. El público de las últimas filas gritaba «¡no se oye!», y los micrófonos del escenario apenas ayudaban. Demasiado oficio. Furia: la de Poncela. Bien está que un intérprete lo dé todo. Poncela es un actor de raza y se le nota el oficio en la voz, en la mirada, en la forma de revolcarse por el suelo y de agarrar el puñal. Pero es tanta la raza que se pasa, y al final ejerce de Poncela, más que de Macbeth, porque se gusta, porque está cómodo, porque nadie lo frena. Esa es labor de la directora, María Ruiz, pero Poncela se le escapa, como un niño rebelde a una maestra condescendiente".Miguel Ayanz LA RAZON diario español 20 agosto 2004

1 comentario

Lia Beeson -

Nacho, estoy leyendo "Down from Troy" (se refiere al pueblo de Troy [Troya] en el estado de New York), las memorias personales del Dr. Richard Selzer, y este párrafo lo quiero compartir contigo "for the fun of it" como decimos por aquí, despues de tu reciente experiencia con Macbeth:
"Fué en ese teatro donde aprendí que hay misterios que no se aclaran, sino se ahondan. La obra era Macbeth. Mamá y yo fuimos entre bastidores entre el primer y segundo acto y allí, en sus mantos reales, de pie, estaba Lady Macbeth ¡comiéndose un sandwich de mortadela! Cuando después la ví actuando la escena de sonámbula restregándose las manos gritando: "¡Fuera, condenada mancha, fuera!" yo sabía que no era la sangre lo que trataba de limpiarse, sino la mostaza. Desde entonces nunca he podido ver Macbeth sin algo de escepticismo."