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“Angeles y Demonios III” por Dan Brown

“Angeles y Demonios III” por Dan Brown “Angeles y Demonios” por Dan Brown
Capitulo 1 - parte tercera –

Robert Langdon paseó descalzo por su casa victoriana de Massachusetts y tomó su remedio habitual contra el insomnio, un chocolate caliente. La luna de abril se filtraba por las ventanas y bañaba las alfombras orientales. Los colegas de Langdon a menudo comentaban en broma que la casa parecía más un museo de antropología que un hogar. Las estanterías estaban atestadas de objetos religiosos de todo el mundo: un ekuaba de Gghana, un crucifijo de oro de España, un ídolo de las islas del Egeo, incluso un peculiar boccus tejido de Borneo, el símbolo de la eterna juventud de un joven guerrero.

Cuando Langdon se sentó sobre la tapa de un baúl maharishi de latón y saboreó el chocolate caliente, se vio refelejado en el crital de una de las ventanas. La imagen estaba distorsioanda y pálida…como un fasntasma. Un fantasma envejecido, pensó, y se recordó con crueldad que su espíritu juvenil estaba viviendo en un cuerpo mortal.

Aunque no era apuesto en un sentido clásico, a sus 45 años Langdon poseía lo que sus colegas femeninas denominaban un atractivo “erudito”: espeso cabello castaño veteado de gris,ojos azules penetrantes, voz profunda y cautivadora, y la sonrisa alegre y espontánea de un deportista universitario. Buceador del equipo universitario, Langdon todavía conservaba el cuerpo de un nadador, un físico envidiable de 1,80 que mantenía en forma con cincuenta largos al día en la piscina de la universidad.

Los amigos de Langdon siempre le habían considerado un enigma, un hombre atrapado entre siglos. Los fines de semana podía vérsele en el patio de la facultad vestido con tejanos, hablando de gráficos por ordenador o de historia de las religiones con los estudiantes; en otras ocasiones, aparecía con su chaleco de cuadros Harris en tonos vistosos, fotografiado en las páginas de revistas de arte en inauguraciones de museos, donde le habían pedido que dictara una conferencia.

Pese a ser un profesor riguroso y un amante de la disciplina, Langdon era el primero en abrazar lo que él denominaba el “arte perdido de pasarlo bien”. Se entregaba a la diversión con un fanatismo contagioso que le había granjeado la aceptación fraternal de sus estudiantes. Su mote en campus (“El Delfín”) era una referencia tanatoa su naturaleza afable, como a su legendaria habilidad para zambullirse en una piscina y burlar a todo el equipo contrario en un partido de waterpolo.

CONTINUARA…siguiente entrega: Capitulo 1 - parte cuarta -
A LA VENTA EL 17 DE SEPTIEMBRE EN ESPAÑA - ©UMBRIEL EDITORES 2004

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