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"Premios y castigos" por Luis Arias Argüelles-Meres

"Premios y castigos" por  Luis Arias Argüelles-Meres

 Articulo publicado el sabado 10 de diciembre 2005 en el diario LA OPINION de A CORUÑA DIGITAL (GALICIA)

"Premios y castigos" por  Luis Arias Argüelles-Meres 

Marsé protesta airadamente por la ínfima calidad de las novelas finalistas en un conocido premio literario. Una escritora, con cargo institucional, no se retira, sin embargo, de ese Jurado, aunque dice respetar las razones del novelista catalán. ¡Vivir para ver! Umbral habla de la falta de estilo en la novela actual, metiendo el dedo en el ojo de Pérez Reverte. Éste le replica muy cabreado. El Premio Tusquets de Novela se declara desierto, pues entre los 785 manuscritos presentados el Jurado no encontró nada que valiese la pena. Así de turbulento está el patio literario.

Mientras, las efemérides no cesan. Aparte de las que se han venido conmemorando, -y silenciando- tenemos el 40 cumpleaños de Última tardes con Teresa, una de las mejores novelas de Marsé, y también el 30 aniversario de la muerte de Dionisio Ridruejo, que, tras su militancia falangista, después de haber sido cofundador de la Revista Escorial, y de alistarse voluntario en la División Azul, rompe con el Régimen en el 42 y se instala en la oposición al franquismo. Además, escribió una obra poética estimable.

Premios y castigos. Sobre la polémica entre Umbral y Reverte, lo que más sobresale es la ceguera para la autocrítica propia, al tiempo que el dedo se pone, también, en la llaga. No le falta razón a Umbral cuando habla de la muerte del estilo, de la voluntad de estilo, podría haber dicho, y de la deprimente mediocridad de la narrativa actual. Que Reverte triunfe como narrador no le impide incurrir en hacer comparecer en uno de sus Alatristes a un Quevedo de cartón-piedra que descorazona a cualquiera. (Entre paréntesis: ¡Qué desperdicio y qué injusticia al respecto supone el desconocimiento de las obras de Deleito y Viñuela sobre la época de Felipe IV!) Aunque Umbral esté en lo cierto en sus asertos, no reconoce que la mayor parte de sus novelas no son cumbres del género, a excepción de Mortal y Rosa, sabiendo muy bien el prolífico escritor que no es lo mismo ser un buen prosista que alcanzar la excelencia en el género novela. Y le sobra razón a Reverte cuando le reprocha a Umbral sus boutades y arremetidas contra Galdós y Borges, escritores muy distintos y distantes, pero que están muy por encima del hombre de las bufandas. Podría haber añadido Reverte las perlas que les dedicó Umbral a Clarín y a Pérez de Ayala, entre otras muchas.

Pero sí las novelas premiadas en grandes certámenes literarios son flojas. Si novelistas conocidos se pelean, sin hacer la más mínima autocrítica, y si otros Premios "castigan" a quienes a ellos optan declarando desiertos los galardones, es que el panorama no está para tirar cohetes.

Del mismo modo que la prensa debe cuidar por encima de todo el respeto a sus lectores, los literatos tendrían que marcarse un mínimo de autoexigencia por aquello de la consideración a sus lectores, cada vez menos exigentes, a decir verdad. Pero las cosas no son así. Y llega un momento en que se dejan oír ruidos y furias, al tiempo que la calidad literaria, en especial en el género novela, decae de forma más que preocupante. Lo que más trasciende del mundo literario son las polémicas. Revise el lector su memoria de un año a esta parte, desde la desaparición de Ignacio Echevarría de las páginas de un conocido suplemento literario. Si damos el paso a premios conocidos, los resultados son como mínimo inquietantes. Por ejemplo, el premio Seix Barral de narrativa, concedido a una escritora muy castiza residente en Nueva York, que, en el mejor de los casos, es una tomadura de pelo en toda regla a quien exija un mínimo de calidad literaria.

Los premios, por lo común, son para obras mediocres e infumables. Y los castigos son para la literatura y para los lectores exigentes, especie ésta en extinción.

Un día desapacible como éste, con el otoño que se bate en retirada, luciendo la hermosura del color ocre en los castañedos, es de lo más oportuno enfrascarse en una buena lectura, incluso relectura. Entre las innumerables propuestas posibles, no estaría nada mal regresar a la Barcelona de Marsé y acompañar en su esnobismo a Teresa, a la burguesita que busca emociones fuertes en política y que muestra a los suyos como un trofeo a un joven obrero al que ella considera un activista político de las clases trabajadoras. Al final, papá y mamá lo resolverán todo, escarceos de su hijita incluidos. Pero, desde la primera hasta la última página, hay literatura de calidad.

Entre los derechos de los lectores, el más inalienable es el de gozar de buena literatura, ésa a la que el mercado literario, con sus complicidades y sobornos, le da tanto y tanto la espalda.

 

2 comentarios

Carlos -

la verdad k encuentro una idiotez declarar un premio desierto, ¿qué buscan un HAMLET?, escritores como Shakespeare ya no nacen en este mundo de idiotas.

Egosum -

Excelente. Puse un "post" recientemente sobre estas "refriegas" literarias. ¡Slds, buena luna y carpe noctem!. S.