Un Leonardo de Ficcion atrae a multitudes a París
Los operadores turísticos ofrecen visitas a los lugares que describe el best seller. Allí, la imaginación del autor choca con la realidad.
Ojos bien abiertos, oídos atentos y rapidez de reflejos siempre son buenos aliados si de hacer negocios se trata. La señal puede llegar desde cualquier lado y hay que estar preparado para cuando llegue la ocasión. En París los más despiertos tardaron muy poco en ver el filón, y en cuestión de días varios operadores turísticos pusieron a disposición de los curiosos visitantes un nuevo servicio a su medida. La culpa de todo, en este caso, la tiene el éxito de un libro: El Código Da Vinci. Escrito por un experto en best sellers, Dan Brown, el thriller plantea secretos ocultos y misterios que se esconden tras las obras del genial Leonardo Da Vinci, quien en la ficción del libro aparece como el Gran Maestre de una organización secreta creada en 1099 y encargada de guardar un secreto que puede cambiar la historia. La imaginación de Brown para plantear complejos enigmas y su habilidad para atrapar a los lectores hasta transformarlos en sus cómplices capturó a millones de seguidores en todo el mundo. Ahora muchos de ellos llegan al museo del Louvre o a la iglesia del Saint-Sulpice para tratar de descifrar los misterios que el libro va planteando capítulo tras capítulo. Una vez en París no son pocos los que se desayunan con la mezcla de realidad y ficción que el autor combinó en el libro: La Gioconda no está donde supuestamente debería estar y muchos otros detalles descriptos en la novela sencillamente brillan por su ausencia. Pero tal vez por aquello de que el cliente siempre tiene la razón los operadores turísticos se esfuerzan por darles a los visitantes aquello que fueron a buscar. Una de las primeras en ver el negocio fue la empresa Paris Muse, que en febrero incluyó entre sus tours uno titulado Descifrando el Código Da Vinci en el Louvre. Después de escuchar decenas de preguntas insólitas sobre misteriosos asesinatos e inexistentes dibujos que supuestamente deberían encontrarse en el museo, los guías se dieron cuenta de que sus clientes necesitaban algo más de lo que ellos les estaban ofreciendo. Ahora, mensualmente, unos 100 turistas de todo el mundo, pero principalmente de Estados Unidos, contratan este servicio. Otros llegan a París más avispados. Como por ejemplo los que consultan la guía de turismo online Fodor, que ha incluido una sección especial en su site. A Da Vinci Code Tour (El Tour Código Da Vinci) recorre todos los monumentos, hoteles e iglesias de la capital francesa vinculados con el libro, y explica a los usuarios las diferencias entre la ficción de Brown y la realidad. Según el padre Paul Roumanet, de la iglesia del Saint-Sulpice, en lo que va del verano (boreal) han pasado por el templo más de 10 mil fans del libro. Y aunque la iglesia católica ha considerado a la obra una blasfemia, él se esfuerza por explicarles a los visitantes la inexistencia del monje albino asesino que describe el libro, y en cambio los invita a disfrutar de los increíbles frescos de Delacroix que la iglesia sí
atesora. A pesar de su papel privilegiado en el libro, la iglesia parece ser la única que no ha visto un negocio en los Tours Da Vinci por París, ya que no recibe ni un centavo por atender a la gente. Sin embargo, la buena voluntad del cura llega a tal extremo que ha colgado un cartel en la entrada del templo que gentilmente dice: Contrariamente a lo sostenido en un exitoso libro de reciente publicación, estos no son los vestigios de un templo pagano.
Diario argentino Clarín
Ojos bien abiertos, oídos atentos y rapidez de reflejos siempre son buenos aliados si de hacer negocios se trata. La señal puede llegar desde cualquier lado y hay que estar preparado para cuando llegue la ocasión. En París los más despiertos tardaron muy poco en ver el filón, y en cuestión de días varios operadores turísticos pusieron a disposición de los curiosos visitantes un nuevo servicio a su medida. La culpa de todo, en este caso, la tiene el éxito de un libro: El Código Da Vinci. Escrito por un experto en best sellers, Dan Brown, el thriller plantea secretos ocultos y misterios que se esconden tras las obras del genial Leonardo Da Vinci, quien en la ficción del libro aparece como el Gran Maestre de una organización secreta creada en 1099 y encargada de guardar un secreto que puede cambiar la historia. La imaginación de Brown para plantear complejos enigmas y su habilidad para atrapar a los lectores hasta transformarlos en sus cómplices capturó a millones de seguidores en todo el mundo. Ahora muchos de ellos llegan al museo del Louvre o a la iglesia del Saint-Sulpice para tratar de descifrar los misterios que el libro va planteando capítulo tras capítulo. Una vez en París no son pocos los que se desayunan con la mezcla de realidad y ficción que el autor combinó en el libro: La Gioconda no está donde supuestamente debería estar y muchos otros detalles descriptos en la novela sencillamente brillan por su ausencia. Pero tal vez por aquello de que el cliente siempre tiene la razón los operadores turísticos se esfuerzan por darles a los visitantes aquello que fueron a buscar. Una de las primeras en ver el negocio fue la empresa Paris Muse, que en febrero incluyó entre sus tours uno titulado Descifrando el Código Da Vinci en el Louvre. Después de escuchar decenas de preguntas insólitas sobre misteriosos asesinatos e inexistentes dibujos que supuestamente deberían encontrarse en el museo, los guías se dieron cuenta de que sus clientes necesitaban algo más de lo que ellos les estaban ofreciendo. Ahora, mensualmente, unos 100 turistas de todo el mundo, pero principalmente de Estados Unidos, contratan este servicio. Otros llegan a París más avispados. Como por ejemplo los que consultan la guía de turismo online Fodor, que ha incluido una sección especial en su site. A Da Vinci Code Tour (El Tour Código Da Vinci) recorre todos los monumentos, hoteles e iglesias de la capital francesa vinculados con el libro, y explica a los usuarios las diferencias entre la ficción de Brown y la realidad. Según el padre Paul Roumanet, de la iglesia del Saint-Sulpice, en lo que va del verano (boreal) han pasado por el templo más de 10 mil fans del libro. Y aunque la iglesia católica ha considerado a la obra una blasfemia, él se esfuerza por explicarles a los visitantes la inexistencia del monje albino asesino que describe el libro, y en cambio los invita a disfrutar de los increíbles frescos de Delacroix que la iglesia sí
atesora. A pesar de su papel privilegiado en el libro, la iglesia parece ser la única que no ha visto un negocio en los Tours Da Vinci por París, ya que no recibe ni un centavo por atender a la gente. Sin embargo, la buena voluntad del cura llega a tal extremo que ha colgado un cartel en la entrada del templo que gentilmente dice: Contrariamente a lo sostenido en un exitoso libro de reciente publicación, estos no son los vestigios de un templo pagano.
Diario argentino Clarín
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