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"El socialismo nos hizo perder el tiempo" Manuel Burga

"El socialismo nos hizo perder el tiempo" Manuel Burga Manuel Burga es rector de la Universidad de San Marco en Lima - Perú

Entrevista publicada en el diario EL COMERCIO de Perú realizada por Mariella Balbi. Domingo, 21 de Agosto de 2005

Como historiador, el actual rector de la Universidad de San Marcos afina la mirada sobre el Perú y encuentra un país que aún no se construye como una nación sin exclusiones

El Perú es uno de los pocos países que celebra durante dos días (28 y 29 de julio) las Fiestas Patrias. ¿Sabe por qué?

Creo que es una necesidad de los peruanos de celebrar con mayor énfasis su fiesta nacional para acentuar el recuerdo de su fundación. Tal vez el motivo esté en esa inseguridad de los peruanos, en una conciencia turbia de la independencia. Parece que esta no fue una verdadera independencia, entonces hay que rehacer la historia actuando ficticiamente, como reafirmando un hecho que no fue muy decisivo.

¿La independencia en 1821 incorporó a todos los grupos sociales?

Como todos sabemos, la independencia se importó, fue un movimiento para construir una república, un sistema democrático que había surgido en Europa. No nace de una biología histórica propia, fue algo importado. Esto vale para México, Argentina o Chile. Pero ahí tuvo una mayor maduración, porque eran regiones más periféricas al sistema colonial. El Perú era el centro de la dominación española del sur, probablemente esto retrasó la construcción de una élite nacionalizadora. Esa es nuestra primera particularidad. Acá no tuvimos un período de ancien regimen (antiguo régimen), pasamos de un medioevo a la construcción de la república. Esto hizo que los grupos sociales no estuvieran maduros

¿Maduros o integrados?

No desarrollaron una conciencia nacional, un colectivo que asumiera a todos como iguales, como ciudadanos, sin diferencias.

¿Qué grupos sociales quedaron más rezagados?

Las intenciones de San Martín y Bolívar eran que todos lo que se liberaron del yugo de España se integraran a una sociedad igualitaria, de ciudadanos y no de súbditos. Las vanguardias políticas lo entendieron muy bien, pero los sectores indígenas y campesinos tuvieron más dificultad. A tal punto que en algunas provincias ayacuchanas hubo resistencia a la fundación de la república. Igualmente en Cusco, donde muchas de las élites nobles de indígenas seguían celebrando el Día de la Juramentación de la Fidelidad al Rey.

En términos de país, ¿esa incomprensión se arrastra hasta ahora?

Diría que se arrastra el proyecto incompleto de la fundación de la república peruana compuesta de ciudadanos, donde las únicas diferencias sean la geografía, las identidades regionales, pero no ante la ley o el trabajo. Esto es más acentuado en el Perú que en América Latina, pues no ha podido constituirse como nación moderna. Colombia, Chile y Argentina han logrado mejores arquitecturas nacionales, con menos discriminados. Ese es uno de los misterios nuestros, una de las promesas incumplidas, como decía don Jorge Basadre. La república era la promesa de una vida mejor que nunca llegó a cumplirse a cabalidad.

¿No es un discurso un poco lastimero decir que nos falta identidad, que no estamos completos como nación?

Es un pesimismo que se explica bien en la expresión de Zavalita: "¿Cuándo se jodió el Perú?". ¿Cuándo se perdió el rumbo de la historia, el paso? Esa sensación nos habita. También se presenta porque el Perú fue un gran imperio indígena, una gran organización colonial y una república tan "fuerte" que fue necesario que los ejércitos libertadores coincidieran aquí para liberarnos. A partir de ahí comenzó la merma. Los siglos XIX y XX son períodos en los que el Perú parece recogerse, retrasarse. ¿Cuándo realmente el Perú perdió su paso...?

¿En el siglo XIX, después de la guerra con Chile?

Parecería que sí. Perdimos la guerra con Chile, una provincia periférica --que era una capitanía general-- nos derrota militarmente. Algo ya había pasado entre 1821 y 1870. Lo que sucede con la guerra con Chile se va profundizando. Mientras que Chile y México parecen acelerar su historia, el Perú parece sostenido por la República Aristocrática, entre 1895 a 1919. Hay una serie de sensaciones objetivas que nos hacen pensar que el Perú se atrasó en la época republicana.

El conflicto con Chile nos agarró en una desunión total. La frase "antes los chilenos que Piérola" es terrible y escalofriante...

La independencia creó el primer militarismo y el enfrentamiento de facciones y de la sociedad civil. Previo a la guerra con Chile, durante el gobierno de Manuel Pardo, el enfrentamiento fue muy fuerte entre civilistas y pierolistas.

¿Por qué se odiaban?

Por la disputa del poder y por la de las fuentes de generación de riqueza, entre ellas el guano. Esa frase es la bancarrota de un proyecto de nación, no había una vinculación con el colectivo llamado Perú. Luego de la guerra, los enfrentamientos entre Andrés Cáceres y Miguel Iglesias fueron terriblemente sangrientos, contribuyeron al debilitamiento posterior del Perú. La reconstrucción tuvo mucha dificultad porque los antagonismos duraron desde 1883 hasta 1894, cuando el movimiento popular sacó a Cáceres del gobierno. Fue un período de pérdida de tiempo para el país, de luchas intestinas y conspiraciones.

¿Cuál era el discurso político de Mariano Ignacio Prado, quien estuvo en el poder durante la guerra?

Pardo fue asesinado y Prado lo sucede. El civilismo quería una nación moderna, integrada. Pardo tuvo como vicepresidentes a representantes de las regiones del Perú, un puneño y un cusqueño; era un gesto descentralista. La tendencia era ir fortaleciendo a las regiones en el Estado Central, la llamaba "la república práctica". Los civilistas adquirieron poder con la consignación del guano, mientras que los pierolistas buscaba mayores beneficios económicos de la gestión del Estado. Por razones de rentabilidad económica, Piérola entregó el guano y otras cosas a los capitales extranjeros --entre ellos a Auguste Dreyfus-- remplazando a los consignatarios nacionales. La guerra con Chile nos encuentra en medio de una mala gestión del Estado y una guerra fratricida entre peruanos.

¿El militarismo ha sido recurrente en la historia de nuestra república?

Esa es una de las cosas misteriosas de la historia política peruana. Está el primer militarismo luego de la independencia, el segundo después de la guerra con Chile, el tercero viene luego del gobierno de Leguía. Estas corrientes surgieron por ausencia de una sociedad civil como la chilena. No hemos tenido a ningún Diego Portales ni a ningún presidente importante en el siglo XIX. Hemos sido un país golpista que empezaba un ciclo del eterno retorno. Ahora, en el siglo XX, Luis Sánchez Cerro terminó con la tiranía de Leguía y Manuel Odría pone fin al caos creado por el gobierno del Frente Nacional. Y aunque no parezca, Juan Velasco creó una paz social por un cierto tiempo en el país. Los golpes del siglo XX respondieron a coyunturas precisas. Hay otros factores en el siglo XX, como la cultura política peruana, que son estructurales.

¿A qué se refiere?

A una educación que se impartió a partir de la formación del Apra y de los diversos socialismos. Hasta los años 60 en su mayoría los partidos políticos estuvieron dirigidos a la construcción de una república diferente, una sociedad diferente.

¿Eso nos hizo perder el tiempo?

Pensando en la universidad y en los latifundios altoandinos, tengo la impresión de que todo el proceso histórico del siglo XX no culminó exitosamente. Las realidades sociales y económicas no coincidieron con el discurso político. Si hay factores y causales que desaceleran la historia del Perú en el siglo XX, profundizando en el caos y en la entropía, es gracias a este ideal socialista. En 1920 Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui tenían discursos paradigmáticos que había que admirar y seguir. Construyeron un intelectual peruano que era socialista, diferente al brasileño o mexicano. Esa ilusión del siglo XX nos hizo perder el tiempo. No miramos la historia del siglo XX en términos de desarrollo, sino en términos de explotación. La reflexión de la intelectualidad peruana fue buscar las causas de la explotación, de la marginación, de nuestro atraso, mirar atrás.

¿Hay peruanos que aún no son ciudadanos cabales?

Es probable que el mundo indígena, el de la serranía, aún no se haya incorporado cabalmente a una ciudadanía universal. Cierto es que la relación con lo indígena ha perdido mucho de su estigma actualmente.

¿No es segregacionista que el quechua no se enseñe en los colegios?

Que estas poblaciones tengan estigmatizadas sus lenguas maternas es parte de la historia real del Perú. Eso indica que no ha habido una integración, una construcción de la nación peruana como una comunidad. Siempre nos imaginamos como una nación recortada...

¿...que mira hacia atrás y se lamenta?

Que se lamenta de las ocasiones desaprovechadas y del bien perdido del pasado. Fuimos un gran imperio, un gran virreinato y ahora somos una pequeña república en dificultades. Esto trae una falta de autoestima. Es uno de los problemas por resolver.

El siglo XX nos dejó algo tan mortífero como Sendero

Era el sendero luminoso de Mariátegui. Creo que constituye el momento climático de mayor énfasis de la aplicación socialista de construcción de la república peruana. Todo el pensamiento político que se construyó en 1920 culpaba de las desgracias del país a las élites civilistas, del guano y a los terratenientes. Ahí hay una suerte de mecanismo de autodestrucción. La historia del siglo XX se encamina a destruir a las élites sociales. En los años 80 muy pocos de los intelectuales de la izquierda democrática se atrevían a condenar a Sendero Luminoso.

¿Qué hicimos como país para tener algo tan destructivo como Sendero?

La marginación de esta gran población andina que se quedó un poco fuera de la historia del Perú oficial. No hemos tenido un estado nacionalizador, que crease ciudadanía, imponiéndola no solo a los sectores populares que se puedan resistir, sino también a las élites. Las naciones modernas se han construido en el siglo XIX a sangre y fuego, incluso algunos cambiaron su dieta alimenticia como Irlanda y Alemania, que dejaron el trigo por la papa. El sector criollo capturó el Estado, creándose una tendencia a la exclusión. Tenemos que construirnos como nación.

¿Por qué nuestra clase política es tan casquivana, con tan poco juicio...?

Porque es inculta y no conoce la historia. Muchos de los políticos no forman parte de los partidos, sino que son aprovechadores de los puestos políticos. Es una verdadera desgracia.

Algunos consideran que tenemos la peor burguesía de América Latina, la más inculta, que desprecia a gran parte del país, que desconoce sus tradiciones.

No estoy tan seguro. La burguesía peruana no ha sabido nacionalizarse, ha sido bastante extranjerizante, no ha sabido asumir este territorio como suyo y a la población como próxima y sin diferencias. Tampoco convertir el pasado, el presente y el futuro como algo común a todos los peruanos. Se ha comportado como los políticos actuales: enriquecerse a como dé lugar, sin importar si las promesas se cumplen o si los proyectos se llevan a cabo. Algo nuevo en la nación peruana es la reconciliación con sus raíces prehispánicas.

UN PAÍS NEURÓTICO Y DE MALOS GOBERNANTES

¿Cuál ha sido el peor gobernante de la historia republicana?

Los primeros presidentes militares. Es difícil señalar el peor. Entre los mejores están Manuel Pardo y el segundo gobierno de Nicolás de Piérola. En el siglo XX, el Gobierno de Augusto Leguía pudo ser el mejor; sin embargo, condujo a una enorme crisis y al tercer militarismo. Uno de los peores períodos fue el de 1985 a 1990, por su falta de sintonía, de inteligencia para entender el panorama internacional... Además, la ignorancia de lo que pasaba en Europa Oriental fue tremenda. No se entendió el inicio de la globalización y se diseñó una política económica contradictoria con la época.

¿Somos un país adolescente?

No, somos una patria vieja, una nación que se va construyendo día a día y un país donde hay tantos proyectos que se contradicen entre ellos, entorpeciendo el avance. Somos un país maduro y neurótico, que piensa que el pasado fue mejor que el presente y que este siempre es malo. Eso es un atavismo y nos da un ciudadano que no comulga con un proyecto común. Todos son profesionales de la oposición.

EL COMERCIO Lima por Mariella Balbi

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